EXPOSICIÓN Nº1

SI NOS COMEN A UNA, NOS COMEN A TODAS
La 1ª exposición es una trilogía. Dos retratos y una historia de la noche del 15 de agosto del 2009. Los vilares, Lugo. Lucía, Maruxa y María.

 - ¡Si nos come a una, nos come a todas!- dijo Lucía antes de salir hacia Outeiro a las 12:30 de la noche para ver los fuegos artificiales que clausuraban las fiestas de San Clodio.

  Hace cuatro años, mi abuela y Maruxa se fueron en una noche como esa al mismo lugar, para ver el espectáculo. Esta vez, han querido darme un capricho, porque sus cuerpos y sus cabezas ya no responden con la agilidad de entonces.
Hace unos días les había propuesto repetir la actividad, y esta semana he estado insistiendo. Asentían vagamente, pero anoche Maruxa llegó decidida, con pilas nuevas en la linterna, un plan para ocultar a Manolo nuestra salida: cuando pasemos por mi casa tenemos que ir calladas, que no nos oiga! y ganas de ir por mí a cualquier sitio, al infierno si hace falta. Mi abuela comenzó a relinchar, preocupada por el jabalí que ronda los alrededores y que se le apareció a Manolo en el camino, mentaba nuestra irresponsabilidad. Al principio intentamos convencerla pero al rato, Maruxa, segurísima de llevar a  cabo el plan, le propuso quedarse en casa tranquila mientras íbamos  nosotras dos.
  Y entonces la abuela, arrebatada, empezó a buscar una pila para la linterna de petaca, se puso la bata de flores, zapatillas de deporte y soltó esa gran frase: ¡si nos come a una, nos come a todas!.
Nos abrigamos, agarramos los palos para caminar o espantar al monstruo, y nos dirigimos hacia la salida del pueblo. Maruxa tenía que hacer una parada en su casa para agarrar otra linterna, y nosotras esperaríamos afuera sin hacer ningún ruido. Manolo todavía despierto, en la cocina, intentaba matar a un insecto. Debajo de la ventana, yo susurraba a mi abuela, insuflándole mi alegría ante la aventura nocturna. Maruxa, tras encontrar el foco que su nuero utiliza para salir a cazar por las noches, salió de la casa y fue a desatar a Chuli. Y es aquí donde el revuelo y el entusiasmo del perro nos delató, con sus jadeos y ruidos de cadena. Manolo se asomó por la ventana y nos encontró a las tres, armadas con sendos palos, linternas y ropa de abrigo, dispuestas a adentrarnos en el bosque de castaños.
  Y entonces nos echamos a reír, nos echamos los cuatro a reír. No dijo una palabra. Con expresión divertida, nos miró como si estuviéramos locas. Balbuceé la razón de nuestro paseo, y se metió para adentro. Nos alejamos. Los gatos nos acompañaron hasta la entrada de Vilares.
Caminamos entre los castaños hablando bien fuerte para espantar a los animales y  a los miedos propios, con la confianza de Maruxa y la protección de Chuli. Llegamos al prado desde el que se veía el puente de San Clodio y nos guiamos hasta la piedra donde cómodamente se sentaron la otra vez. Chuli atado en el árbol, remoloneaba adormilado, Maruxa nos iba contando de dónde eran las luces que se movían y las que no, y cómo la gente se iba aproximando al lugar para ver el espectáculo. Mi abuela sin apagar la linterna en ningún momento, aquejaba la impuntualidad de los organizadores, y yo flipando bajo el cielo estrellado grababa la escena en mi memoria.
  Comenzaron al rato unos alejadísimos fueguitos que no daban para gritar con sorpresa los conocidos suspiros que arrancan los buenos fuegos artificiales, pero a Maruxa el recuerdo de la vez que los vio en el río, y esta visión lejana de luces en movimientos la tenían encandilada. Mira¡ mira¡ otro ahí¡ iba apuntando uno a uno los dibujos que estos hacían en el cielo como si fuera a perderse los no pronunciados. Te gustan, Lucía? Te gustan? A mi me gustan mucho los fuegos¡ Tendrías que haber traído la cámara, me dijo. Y como una niña encantada se quedó quietita en la piedra sin perderse ni uno. Mientras mi abuela se removía nerviosa hasta que se puso de pie, firme, apoyada en su palo, alumbrando de vez en cuando a los matorrales y esperando a que acabaran. Terminó el espectáculo, recogimos y volvimos por dónde habíamos venido, hablando de otros años, otras fiestas y otros fuegos.